En el mundo políticamente correcto en el que vivimos, cada día podemos encontrar nuevos intentos de romper récords y ganar medallas en las Olimpiadas de la Opresión, desde los micro-machismos y micro-agresiones, hasta el llamado “mansplaining”. No parece haber fin a las ambiciones de la chairiza internacional de encontrar nuevas y originales formas en sentirse oprimidos en un mundo y situación política que nunca han sido más seguros, equitativos y compasivos. La famosa “apropiación cultural” es de los ejemplos más recientes.

Según el filósofo James O. Young la apropiación cultural es la adopción o el uso de los elementos de una cultura por los miembros de una cultura ajena. Este término es usado predominantemente con connotaciones negativas, pero su calidad como tal no es evidente en su mera definición. Vale la pena preguntar -asumiendo que es un término válido- ¿Qué tiene de malo la llamada apropiación cultural? Después de todo, la gente parece estar haciendo mucho escándalo por el tema. Me llegan a la mente ejemplos como cuando personas no-asiáticas protestaron un evento de exhibición de diversos artículos de cultura japonesa -mismo que había sido organizado por japoneses- debido a… ¿razones? O bien, el video de la BBC que pretende hacerte sentir culpable por usar emojis de piel oscura, o GIFs en Facebook con reacciones exageradas de personas negras.

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Como si eso fuera a detenerme

Mi primera búsqueda de información me llevó a los expertos en encontrar problemas donde no los hay, el Huffington Post, a un artículo titulado “Apropiación Cultural: Cuando prestar se convierte en explotar”. La tesis central del artículo afirma que el daño ocasionado por la apropiación cultural se deriva de su “refuerzo de relaciones históricamente explotativas, o de la deprivación a los países Africanos de las oportunidades de controlar o beneficiarse de su material cultural.”

El autor intenta sustentar su proposición al señalar que, durante las épocas coloniales, los poderes Europeos extrajeron a la fuerza materiales y objetos de enorme carga cultural para los pueblos colonizados, como artes, monumentos y otras reliquias.

El problema con este punto es evidente, existe una gran diferencia entre el despojo material de objetos con carga cultural, a la simple inspiración en culturas ajenas para crear nuevo contenido cultural. El autor responde a este señalamiento de manera preventiva, indicando que “algunas” personas “argumentan” que una dinámica similar existe en el uso contemporáneo de símbolos, creaciones y productos de origen africano, pero no proporciona cita alguna para defender semejante afirmación, algo que deja mucho que desear, considerando la gran y evidente diferencia entre ambas acciones.

Esperaba encontrar una mejor defensa del punto del artículo cuando llegué a una sección literalmente llamada “Cuando prestar se convierte en explotar”, sin embargo, el autor volvió a decepcionarme, esta vez con el ejemplo del músico zulu Solomon Linda, y su conocida canción “The Lion Sleeps Tonight”, una pieza que, en palabras del autor “ha generado mucho dinero para otros”, lo que sea que eso signifique. Aparentemente, existe un amplio historial de demandas relacionadas a regalías por los derechos de autor relacionados a esta pieza, pero es difícil ver como esto nos da indicación alguna sobre el supuesto daño ocasionado por la apropiación cultural, después de todo, éste no es más que un simple caso de los derechos de autor de una sola persona, no de una cultura o una población en general, y ni siquiera sospecho que la familia de Linda tenga planes de repartir el dinero que provenga de cualquier demanda exitosa entre dichos grupos.

Al terminar de leer el primer artículo de investigación, no encontré más que ejemplos que no aplican, y balbuceos sin sentido sobre relaciones históricas de poder, pero nada que se asemeje a una progresión lógica real, como he llegado a esperar de cualquier obra de tendencia postmoderna.

Decepcionado pero no sorprendido, me adentré en diversos artículos encontrados en la página del Huffington Post, encontré más de lo mismo o peor, críticas a los shows de premios, a Justin Bieber y Katy Perry, pero de nuevo, nada que me aclare el verdadero problema con la famosa apropiación cultural.

Decidí abandonar al Huffington Post, aceptando que nada de calidad puede originar de ahí, y empecé a buscar en otros lados, para mi mala fortuna me topé con un artículo en una página blog llamada “Malvestida”, de la cual tenía cierta noción, pero por alguna razón pensaba que se llamaba “despeinada”.

Está de más decir que me topé con lo mismo, otro artículo más en el que se asume que el lector conoce la supuesta maldad emanada de la apropiación cultural y se adentra de manera directa a las consecuencias y opiniones regurgitadas y vacías sobre el tema, quién puede y quién no, y por qué es permisible cuando lo hace el medallista en las Olimpiadas de la Opresión; nada que valga la pena.

Con esto quedó arruinada mi idea para un artículo: Encontrar el razonamiento base ,detrás de la llamada apropiación cultural y exponerlo como un fraude. Pero no me rindo, por lo cual continuaré a hacer dos cosas:

  1. Solicito de la manera más atenta que se me comunique de manera clara y concisa el argumento que demuestra la indeseabilidad de la “apropiación cultural”.
  2. Propondré ahora una visión alternativa a la apropiación cultural.

Como señalo anteriormente, la definición de apropiación cultural no nos da una idea clara de por qué este fenómeno es malo o indeseable. Esto genera un problema con el nombre dado a dicho fenómeno, dado que la palabra “apropiación” tiende a indicar que estamos tratando con un suceso de dicha calidad.

Propongo entonces un nuevo nombre para dicha definición, en lugar de “Apropiación cultural” ¿Por qué no llamar a “la adopción o el uso de los elementos de una cultura por los miembros de una cultura ajena”, algo más positivo como “Apreciación Cultural”? Después de todo, nadie toma elementos culturales “ajenos” como estructura o base para la creación de algo nuevo, si no aprecia dichos elementos.

Ahora que tenemos nuestro nombre positivo para el fenómeno, !Busquemos indicios de que la apreciación cultural es algo positivo!

En primer lugar tenemos claro el contexto histórico. Tomemos por ejemplo a la cultura Griega. Fue tanta la apreciación cultural que sentía el pueblo romano hacia Grecia que terminó adoptando su cultura y esparciéndola por tantos lugares como pudo, creando las condiciones para el desarrollo de los mejores y más avanzados países de la actualidad. Podemos decir lo mismo de la cultura griega en la historia islámica, fue la apreciación por la cultura griega la que desencadenó el desarrollo del mundo islámico, culminando en su famosa era dorada. Lástima que esto no duró, y terminaron por rechazar el racionalismo Griego a favor de un oscurantismo teológico cocinado en casa.

Por otro lado, cuando nos fijamos en el lenguaje, podemos ver la gran ayuda que ha sido la apreciación cultural en la estandarización de parámetros para la comunicación, como el establecimiento del inglés como lenguaje mundial, y de los caracteres arábigos como la presentación preferida de los conceptos numéricos; dichos fenómenos han permitido un canal de comunicación internacional accesible y eficiente para la gran mayoría de la población mundial.

Orientándonos en la cultura contemporánea, ¿Qué acaso no son claros los beneficios que la apreciación cultural ha traído al mundo? Si bien es cierto que el Rock n’ Roll no es más que la versión “blanca” del Blues, originado por la comunidad negra de los Estados Unidos… ¿En serio preferiríamos vivir en un mundo sin Elvis Presley, The Beatles y todo lo que le siguió? ¿Qué dirían los fans del cine de la influencia oriental en los films de Tarantino? ¿O los fans del manga y anime de la influencia occidental en series como Lupin III y Jo-jo’s Bizzarre Adventure?

No soy ni cerca de ser fan, pero… ¿Qué me dicen de Game of Thrones? ¿No es mejor poder apreciar una serie inspirada en la cultura nórdica y la interpretación de la misma por J. R. R. Tolkien? O es que dichas obras se salvan de ser llamadas “apropiación cultural” debido a que la gente blanca siempre ocupa el último lugar en sus adoradas Olimpiadas de la Opresión.

Por mi parte, prefiero por mucho mi concepción de este fenómeno, sin él no tendría a Carlos Santana haciendo cover a The Zombies con “Shes Not There”, ni a la banda de Frank Zappa interpretando un tango Finés en vivo. Espero sinceramente que ustedes piensen igual, y corrijan la próxima vez que escuchen el término “apropiación cultural”, lo que en verdad está pasando no es más que la apreciación cultural, después de todo y como dijo C. C. Colton: La imitación es la más sincera forma de admiración.

 mario